En tu intervención hay cierta reflexión escondida. Supongo que es la misma que formulábamos con un amigo, y que no es nada rara, pero no abunda explícitamente en muchos sitios: si todo lo que hacemos en la vida es para mejorar la vida, ¿por qué hacemos durante nuestra vida cosas que nos hacen insoportable la vida? Es una simple relación costo-beneficio de ésas que se usan para montar un bolichito. La vida es como una inversión en la que uno pone algo y al menos debe haber un equilibrio y como desiderátum una ganancia. Si lo que pone (o saca del plato del manjar en este caso, je) da una cifra negativa respecto de lo que introduce, algo anda mal -de acuerdo a esa simple cuenta lineal.
De la dieta terapéutica se ha pasado a la dieta estética. Y si la dieta terapéutica tiene una razón de ser y una motivación científica, la estética puede ser legítima en términos amplios si la validamos por vía del derecho a la libertad de elegir el “cómo nos exhibimos” pero carece, como diría Popper, del carácter de falsable, que es lo mismo que apuntar que no es refutable su supuesta correcta determinación: la dieta estética no está a prueba de nada, y por lo tanto hay que seguirla así proponga cianuro para adelgazar. La dieta estética no sólo puede ser tirana, sino que es también inapelable, a menudo muy dañina, no pocas veces promotora de autovejámenes y en ocasiones mortal, simbólica y literalmente.